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Ayer, día 20 de noviembre, se celebraron en España las decimoprimeras Elecciones Generales desde la instauración de la democracia. Parece que a nadie le ha pillado por sorpresa el resultado. El Partido Socialista ha sido el gran perdedor, un suceso cuya llegada tan sólo era cuestión de tiempo.
Sin embargo, esta meritoria derrota de los socialistas ha traído una no tan meritoria victoria de los populares. Rajoy ha sido el vencedor, sí, pero apoyando un programa electoral desconocido hasta para él mismo. De las medidas que los populares proponen en su programa, me han llamado especial atención las siguientes (de manera desfavorable, por supuesto):
-Sustitución de la asignatura educación para la ciudadanía por otra materia basada en el conocimiento de los valores constitucionales (¿es esta medida realmente prioritaria en el ámbito educativo con todo lo que en este campo hay por hacer?).
-Constante alusión a la implantación de soluciones ‘público-privadas’ (por no decir directamente privatización).
-La ni siquiera alusión a la derogación o no de la ley de matrimonios homosexuales o la ley del aborto (¿estrategia política para ganar votos?).
-Cesión al banco de España de las competencias de vigilancia prudencial sobre todas las entidades financieras y la amplitud de las competencias de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (¿dónde está la independencia de las instituciones democráticas? ¿realmente esta medida nos ayudará a salir de la crisis?).
En este punto, es importante que los españoles tengamos conciencia de la ardua tarea que Mariano Rajoy tiene por delante en prácticamente cualquier ámbito social: Sanidad (solventar los problemas de la financiación en este campo, desigual en las distintas Comunidades Autónomas; determinar la implantación, o no, del copago; decidir sobre la ley de dependencia). Medio ambiente (energías renovables; centrales nucleares). Política interior (centrar los esfuerzos en aspectos como la criminalidad; inversión en cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado; cerciorarse y demostrar a los españoles que ya ETA no supone una amenaza para el país); Educación (garantizar, como se ha visto que demandan los ciudadanos en los últimos meses, una educación pública de calidad y accesible para todos; reducir el abandono y absentismo escolar, equiparar nuestro nivel educativo a Europa). Política exterior (¿qué no decir aquí?: mejora de las relaciones con Afganistán, Cuba, Estados Unidos, Gibraltar…). Desde luego, nada de esto parece sencillo. Ni capaz de solventarse en pocos meses, como muchos creen.
Es cierto que no han pasado ni 24 horas desde el cambio de gobierno y, por esta razón, todavía es demasiado pronto para establecer consecuencias concretas. En cualquier caso, parece evidente que los españoles han ‘apostado por el cambio’ y ahora todas las esperanzas se vuelcan en Rajoy, del cual los ciudadanos esperan mucho y lo esperan ya.
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